Episode 462: Escuela Sabática - Lectura 28 de Enero del 2025
Daniel Ramos Podcast - A podcast by Daniel Ramos - Miercuri
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====================================================SUSCRIBETEhttps://www.youtube.com/channel/UCNpffyr-7_zP1x1lS89ByaQ?sub_confirmation=1==================================================== LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA I TRIMESTRE DEL 2025Narrado por: Miguel PáezDesde: Bogotá, ColombiaUna cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist ChurchMARTES 28 DE ENEROINDIGNACIÓN JUSTA Aunque hay muchas formas inapropiadas de la ira, la Biblia también enseña que existe la “justa indignación”. Imaginemos a una madre que observa a su hija de tres años jugando en el parque y que es atacada de pronto por un hombre. ¿No debería airarse? Por supuesto que sí. La ira es la respuesta apropiada del amor en tal circunstancia. Este ejemplo nos ayuda a entender la “justa indignación” de Dios. Lee Mateo 21:12 y 13; y Juan 2:14 y 15. ¿Qué nos dice la reacción de Jesús ante la forma indebida en que era utilizado el Templo acerca del enojo divino en respuesta al mal? En estos casos, Jesús muestra el “celo piadoso” de la justa indignación contra quienes trataban el Templo de Dios como algo vulgar y lo habían convertido en una “cueva de ladrones” para aprovecharse de las viudas, los huérfanos y los pobres (Mat. 21:13; compara con Juan 2:16). El Templo y los servicios religiosos celebrados en él, que se suponía debían tipificar el perdón misericordioso de Dios y su limpieza de los pecadores, estaban siendo utilizados para engañar y oprimir a algunos de los más vulnerables. Era lógico que Jesús se airara a causa de esa abominación. Marcos 10:13 y 14 y Marcos 3:4 y 5 ofrecen más ejemplos de su justa indignación. Cuando la gente traía niños pequeños a él y los discípulos reprendían a quienes los traían, Jesús “se enojó”; literalmente, “se indignó”. Les dijo: “Dejen a los niños que vengan a mí” (Mar. 10:13, 14). En otra ocasión, cuando los fariseos esperaban que Jesús sanara a alguien para acusarlo de quebrantar el sábado, el Señor les preguntó: “¿Es permitido hacer bien en sábado o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla?” (Mar. 3:4). Los miró “con enojo, apenado por la dureza de sus corazones” y procedió a curar al hombre (Mar. 3:5). La ira de Cristo se asocia aquí con el dolor por la dureza de ellos; es la justa ira del amor, la misma atribuida a Dios en el Antiguo Testamento. ¿Cómo podría el amor no sentirse molesto por el mal, especialmente cuando este hiere a quienes son objeto de ese amor? ¿Cómo podemos cuidarnos de justificar la ira egoísta como si fuera “justa indignación”? ¿Por qué es tan fácil cometer ese error y cómo podemos protegernos de esa trampa sutil pero real?